“Ciudad es ante todo plaza, ágora, discusión,
elocuencia. De hecho no necesita tener casas, la ciudad; las fachadas bastan.
Las ciudades clásicas están basadas en un instinto opuesto al doméstico. La
gente construye la casa para vivir en ella y la gente funda la ciudad para
salir de la casa y encontrarse con otros que también han salido de la suya”.
José Ortega y Gasset,
1883-1955, escritor, filósofo y ensayista español.
Entre sombras y en la
nada, descubro que el hogar es inventado; entre ladrillos y luces tan lejos de
la vida. Y la ciudad, una gran metáfora para leer y entender.
Las fachadas bastan. Las
casas no requieren de distribución interna sino del alma del que las habita. La
ciudad es el ente que nos conforma como un organismo vivo.
“Somos la ciudad y somos algo distinto:
somos su pregunta y su negación,
su conciencia y su poema”
Octavio Paz, 1914-1998,
poeta, escritor, ensayista y diplomático mexicano.
Como tal, refulgentes y mezquinas,
primitivas o sorprendentes, las ciudades auténticas son un anzuelo de los ímpetus.
Espesas como el pecado o livianísimas como los nimbos, todas las metrópolis
encierran un enigma. Transgredir sus frontispicios o rendirse a sus hechizos
son las únicas rentas para sentirla y, con algo de estrella, acaso hacerla
nuestra. Descubrir la ciudad es descubrir nuestra alma.
Huidizo por naturaleza y temeroso
por aptitud siempre he preferido huir del hastío de las casas para pasear mi desánimo por las
calles, bajo otros soles y observar sus fachadas; y preguntarme si están vacías
o plenas, si engañan como nuevas o hay que reedificarlas.
"Es cierto que no vemos que se derriben todas las
casas de una ciudad con el único propósito de reconstruirlas de otra manera y
hacer más hermosas las calles; pero no menos cierto es que muchos particulares
mandan echar abajo sus viviendas para reedificarlas, y aun vemos que a veces lo
hacen obligados cuando hay el peligro de que la casa se caiga o cuando sus
cimientos no son muy firmes. Este ejemplo me persuadió de que no era razonable
que un particular intentase reformar un Estado cambiándolo todo desde los
fundamentos y derribándolo para levantarlo después; ni tampoco reformar el
cuerpo de las ciencias o el orden establecido en las escuelas para su
enseñanza; pero que, por lo que toca a las opiniones que había aceptado hasta
entonces, lo mejor que podía hacer era acometer, de una vez, la empresa de
abandonarlas para sustituirlas por otras mejores o aceptarlas de nuevo cuando
las hubiese sometido al juicio de la razón."
Discurso del método.
René
Descartes, 1596-1650, filósofo, matemático y físico francés.
MAM
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