"No existe el sexo... Sólo lo que hacemos con él.
"
Valerie Tasso, escritora y sexóloga francesa, 1969
En "Sexo sin-techo", la cámara de las sombras nos
traslada cuan funambulista por la delgada línea que divide la lujuria y el
escrúpulo, sumergiendo los sentidos entre el deseo y la prohibición. La
expresión figurativa del “homeless” en el contexto refleja el tabú y la
insumisión a lo desconocido al revelarnos herederos de una tradición que
siempre ha experimentado grandes dificultades para hablar sobre nuestros sexos
y sus deseos oscuros ignorando la astucia de los apetitos y su salacidad.
Es por esta seducción
universal del deseo, supremacía concreta del cuerpo que arrastra al auriga
fantasma de la psique, que el sexo se diluye y se sublima como poder - pues no
hay nada tan incontrovertiblemente cierto, nada que englobe y estremezca tanto,
ni ejerza una persuasión tan fuerte más allá de sofismas, credos, metafísica,
idiosincracias, dogmas y palabras- donde solo la muerte es igual de real al ser
el amor impalpable como el cielo, tan sujeto a las emociones y no a los
sentidos.
Y este poder es permisividad, o la capacidad de hacer y
transformar el mundo dejándoselo también ver al otro; pero también es
prohibición manifestado en el control, la negación, la neurosis, y la
impenetrabilidad a través del tabú como castigo sobre la libertad.
Aun así, "Sexo sin-techo" permite una amplia
libertad de interpretación sobre la base de estos mínimos fundamentos para
debatir a solas o acompañada/o sobre nuestras neuras dejando preguntas en el
aire: ¿dónde radica el equilibrio entre permisividad y prohibición? e incluso
¿dónde se ubica el "techo" de ese poder, o los extremos?.
"El arte del sexo es el arte de controlar el
descontrol"
Paulo Coelho, novelista, dramaturgo y letrista brasileño,
1947
MAM
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